Hasta el teatro se moderniza

Corrían otros tiempos, y la televisión pública, por aquél entonces la única que se podía ver en nuestro país, ofrecía en buen blanco y negro sesiones de teatro televisado para goce y disfrute de los españoles que, por aquel entonces, se podían permitir el aparato de marras, que no en todos los domicilios se contaba con una tele. En magníficos montajes audiovisuales (los cuales estaban hechos con medios más que modestos), varias generaciones de españoles fueron aprendiendo del teatro lecciones muy interesantes.

Luego vino el color, la revolución de los canales, el ocio mal entendido… Y todo se dispersó. Las preferencias rotaron rápidamente hacia un entretenimiento que no exigía demasiada cavilación, y empezamos a tener claro que nuestro punto de referencia era el de programas que nos ofrecían olvidarnos de nuestra vida por un momento sin tener que utilizar demasiado la mente.

Y para acabarla de enmendar llegó Internet y todo se globalizó. Ahora no solamente podemos ver mala televisión de nuestro país, sino que también podemos solazarnos con la de otros sitios. El único requisito que se exige es el de tener algunos conocimientos del idioma en el que la gente habla, y ya está. Se ha potenciado así una forma de ver televisión y cine que se ha hecho global y que ha supuesto el nacimiento de nuevos términos conocidos por todos, como piratería o descarga ilegal.

Y sin embargo, el teatro ahí sigue, a veces languideciendo y otras revitalizándose de forma increíble, como si fuera un ave fénix. Nuestro país cuenta con festivales impresionantes, como el de Mérida o el de Almagro, que han potenciado el turismo y las ganas de ver esta forma de expresión artística. Es más, aunque cueste trabajo  admitirlo, esta forma de expresión cultural  se ha puesto las pilas. Ahora es posible tramitar nuestras entradas a partir de un tpv táctil. Que se note que estamos en pleno siglo XXI…

Por desgracia, y dado que es una criatura totalmente perteneciente al mundo de la cultura, los recortes que ha experimentado han provocado una situación poco halagüeña. Como todos sabemos, en tiempos de crisis lo primero que se cercena es el mundo del arte, del ocio, del entretenimiento. Y el teatro, hoy en día, también ha sufrido heridas de consideración. Sigue siendo un evento al que la gente acude, porque nuestro país ha sido siempre una referencia en este mundo de la tragicomedia, pero hay que  apostar más por él, porque pudiera ocurrir que un día nos viéramos privados de las tablas de un escenario, y entonces sí que nos lamentaremos. Pero ya será tarde…

tpv